domingo, 25 de abril de 2010

“Un saqueo de cuello blanco”

Un análisis de la supuesta trama que ha llevado a Goldman Sachs a los tribunales.



Así define Paul Krugman a la supuesta estafa cometida por Goldman Sachs y Paulson & Co. mediante el derivado Abacus 2007-AC1. El escándalo se destapó a raíz de la demanda que interpuso la Securities Exchange Comission (SEC), el regulador estadounidense de los mercados, el viernes 16 de mayo de 2010 contra Goldman Sachs.


La SEC sospecha que la trama sería la siguiente:


Goldman Sachs diseña y comercializa un vehículo de inversión (denominado Abacus 2007-AC1) compuesto por lotes de títulos hipotecarios (Collateralized debt obligations, CDO) a sabiendas de la pésima calidad de las titulaciones (Residential mortgage-backed securities, RMBS) que abarcaba. Oficialmente, la cartera de Abacus fue determinada por ACA Management, un experto independiente. Pero en realidad, el banco de inversión permitió a Paulson, previo pago de 15 millones de dólares, tomar parte en la selección de bonos que conformarían el vehículo de inversión y cuyas participaciones fueron, acto seguido, distribuidas entre bancos extranjeros, fondos de pensiones, aseguradoras y otros hedge funds.


Paulson y Goldman Sachs eligieron títulos hipotecarios que sospechaban que iban a caer en impago, y así fue. El 24 de octubre de 2007, la calificación crediticia del 83% de las titulaciones hipotecarias (RMBS) que subyacían tras los lotes elegidos (CDO) había sido degradada, y el 17% restante estaba en perspectiva negativa. Para el 29 de enero de 2008, el 99% de la cartera había empeorado. Este descalabro generó un perjuicio de más de 1.000 millones de dólares a los inversores que entraron en Abacus, afirma la SEC. Y, en consecuencia, generó la misma cantidad de beneficios a Paulson y Goldman Sachs, que habían apostado en su contra a través de seguros contra impagos (Credit Default Swap, CDS).


Según la SEC, Paulson & Co. tenía un incentivo económico para seleccionar RMBS que esperaba que fuesen a protagonizar incidentes crediticios en un futuro próximo. “Goldman no hizo pública la posición a corto plazo de Paulson, ni su papel en el proceso de selección de colaterales en los materiales aportados a los inversores”, afirma.

Así, habrían engañado a inversores privados e institucionales (ACA Capital e IKB).



El escándalo ha salpicado por ahora a Goldman Sachs, pero en los últimos días se ha revelado que bancos de inversión como JPMorgan Chase, Merrill Lynch (ahora Bank of America), Citigroup, UBS y Deustche Bank también crearon, con la ayuda de un hedge fund llamado Magnetar, instrumentos financieros que estaban destinados a fracasar y sobre los que este fondo podía apostar a corto plazo en 2007 con la tranquilidad de que su multimillonaria y casi inmediata rentabilidad, dada la situación del mercado, estaba asegurada. Según la redacción de ProPublica, que lleva más de medio año investigando el caso de Magnetar, los CDO se vendieron a otros inversores sin explicarles el papel de este hedge fund de Illinois.


Según Robert Khuzami, director de la División de Implementación del Regulador, “el producto era nuevo y complejo, pero el engaño y los conflictos [de interés] son viejos y simples”. También recalcó que Goldman "permitió erróneamente a un cliente que estaba apostando CONTRA el mercado hipotecario influenciar de forma significativa qué titulaciones hipotecarias incluir en una cartera de inversión, al tiempo que [el banco] indicaba a otros inversores que esos títulos habían sido seleccionados de manera objetiva por un tercero”.


No obstante, Goldman Sachs se ha apresurado a desmentir todas las acusaciones de la SEC y alega que sus alegaciones son completamente infundadas “de hecho y derecho”, y que actuarán vigorosamente contra esta acción legal del supervisor estadounidense. El banco apunta que la reclamación de la SEC se basa en una única operación realizada en 2007, y añade que estuvo sujeta a examen del supervisor estadounidense durante 18 meses,


Además, en su defensa, argumenta que perdió dinero en la operación, 90 millones de dólares frente a los 15 que recibió de honorarios; y que los sujetos que participaron en las transacciones tenían suficiente experiencia para saber lo que estaban negociando.

Pese a que Goldman asegura no haber cometido ningún delito, otro banco, Bern Stearns, una de las primeras víctimas de la crisis, rechazó participar en el invento de Paulson. Según Scott Eichel, uno de los banqueros de Bear: “No pasó nuestros controles éticos. Era una cuestión de reputación”.


Bruselas señaló el pasado lunes 19 de abril, que el caso Goldman refuerza la necesidad de regular los derivados.


El presidente y consejero delegado de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, mandó el domingo 18 de abril un mensaje a sus empleados asegurándoles que están dando “los pasos necesarios para defender la firma y su reputación” y les explica que la acción de la SEC va encaminada contra un empleado (Fabrice Tourré) por llevar a confusión a “dos inversores profesionales”.


Este suceso ha vuelto a reavivar el debate de la reforma financiera, que parecía estar apartado. De hecho, ha sido uno de los elementos aprovechados por Barack Obama para presentar su propuesta de reforma, que en uno de sus puntos recoge aumentar la transparencia del mercado financiero y sacar las transacciones “a la luz del día”.


Frente a las críticas, el presidente de los Estados Unidos ha matizado que “los únicos que tienen que tener miedo al control y la transparencia son aquellos cuya conducta no admite el escrutinio”; “a menos que su modelo de negocio sea estafar a la gente, no hay nada que temer de estas nuevas normas”.


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